Autora:
Queta Botello Barrón Caballero
Octubre, 2001


 

El General Luis Caballero Vargas (1)  fue hermano de mi abuela paterna Irene Caballero, casada con Adrián Botello, mis abuelos, formaron una familia de la cual mi papá Juan J. Botello Caballero fue el mayor de seis hermanos: Juan, Alfonso, Adalberto,  Gilberto, Rafael e Irene, (mi querida Tía Nene) la menor de la familia y la única mujer (2).

Desde muy pequeña, mi papá me narraba anécdotas y hazañas del Gral. Caballero, su tío en primer grado y a quien conoció personalmente. A principios de la década  de los 40’s, asistía yo a la primaria en el Instituto Laurens en Monterrey, N. L. En aquella época a  partir del 3er. año de primaria nos hablaban con extensión de la Historia de México, sobre todo de la Revolución Mexicana, tal vez porque los hechos estaban más recientes

Tanto que recuerdo casi toda la letra de un  Himno a Madero que nos enseñaron en la clase de Canto, por cierto que cuando nos tocaba cantar el himno a Madero yo le daba con más ganas al canto, en todo lo que a una niña de 8 años  le permitían sus pulmones, nada más de pensar al mismo tiempo que el tío de mi papá había estado con  el señor a quien le estaba yo cantando, luchando en la revolución y también con el señor de la barbita (como le decíamos a Don Venustiano),  ya estando en mi casa,  le platicaba yo a mi papá lo que había sucedido en el colegio y el me seguía contando muy orgullosamente acerca de  su tío Luis Caballero. Esto fue para mi algo que siempre he guardado en mi corazón, hasta la fecha.

Por todos estos muy lindos recuerdos, cuando mi primo Manuel Aguirre Botello, titular de esta  Página Aguirre Botello, hijo de mi  Tío Manuelito y mi Tía Nene, me invitó a tomar parte en la biografía de nuestro tío abuelo o tío en segundo grado, yo acepté con mucho gusto y emoción.

Lo que se presenta aquí,  es el resultado de la compilación de datos, basados en principio en una Biografía escrita por el Prof. Abelardo Caballero González y corresponde a la  primera parte de este trabajo.  Sin embargo ya es posible ver también la segunda y última parte de esta biografía. Todos los reconocimientos y fuentes de información se dan hasta el final de este trabajo. Las referencias numéricas mostradas entre paréntesis se indican al final de esta primera parte.

 

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LA VIDA DEL GENERAL LUIS CABALLERO VARGAS.
Primera Parte.

 

El general Luis Caballero Vargas en 1914 (b)


 

Se sugiere utilizar la opción de "buscar" (Ctrl-F) si entras a esta página en busca de algún personaje participante en la Revolución. Esta página que consta de 2 partes está enfocada fundamentalmente a la biografía del Gral. Luis Caballero, pero pueden encontrarse algunos datos interesantes relacionados con la Revolución de 1910.


PRIMERA PARTE 

El Gral. Luis Caballero Vargas (1), hombre de pensamiento liberal y de gran valía nacional, fue uno de los más distinguidos valores revolucionarios tamaulipecos, luchó al lado de Don Venustiano Carranza y bajo las ordenes primero del General Lucio Blanco y después del General Pablo González, ambos en su momento pilares del Ejército del Noreste, siempre teniendo como ideal el buen gobierno y las garantías para el proletariado. Su carácter de espíritu norteño radiaba franqueza, amistad y cualidades especiales que le ganaron múltiples simpatías durante la lucha armada de la Revolución Mexicana.

El General Luis Caballero Vargas nació el 8 de marzo de 1877, en Santander Jiménez antigua capital del Estado de Tamaulipas y actualmente conocida como Ciudad Jiménez, Tamaulipas.

Sus padres, mis bisabuelos paternos, fueron Tirso Caballero y Asunción Rodríguez (3), quienes tuvieron hasta donde sabemos, nueve hijos que se llamaron Camerino, Simona, Herlinda, Magdalena (la tía Mague),  Manuela  (la tía Mela), Regina, Irene (mi abuela y también de mis primos hermanos Manolo, Elsita y Chelita, así como de mi hermana la Nena y mi hermano Juanito; Guadalupe, que falleció muy joven de viruela y el susodicho y protagonista de esta biografía Luis, conocido en la Revolución como el General Luis Caballero Vargas o Luis G. Caballero.

Todos ellos aparentemente nacieron en Ciudad Jiménez, del Estado de Tamaulipas.

El bien parecido Tío General, de tremendos bigotes como muestra la foto de arriba, fue uno de los principales puntales del Ejército del Noreste que tenía su cuartel general en el Estado de Tamaulipas, lugar de la república del que era oriundo y al que siempre le tuvo apego y gran cariño.

A la edad de siete años ingresó en la escuela de su pueblo natal, cursando su educación primaria. Al término de ésta, en 1890, se trasladó a Ciudad. Victoria a trabajar en la casa del Sr. Don Pablo Lavín, donde estuvo hasta la edad de 16 años.

En 1894, regresó a Ciudad. Jiménez, empleándose por un tiempo en la Oficialía del Registro Civil hasta la edad de 17 años. Durante ese período, su padre enfermó de gravedad y decidió llevarse a su familia a San Antonio, Texas, con la finalidad de que su padre fuese atendido por un buen médico. En esta ciudad estudió Inglés y también aprendió pintura.

Al cabo de dos años, su padre recobró la salud y el joven Luis, que para entonces contaba con 19 años de edad, se trasladó a Monterrey para trabajar en la “casa redonda” de la empresa de ferrocarriles. Allí permaneció durante 5 años, trabajando siempre con empeño y dedicación a favor de sus compatriotas. Se cuenta que un día encontró a unos trabajadores americanos hablando mal de los mexicanos, diciendo que eran unos bandidos y casualmente, al mismo tiempo, descubrió que estos señores tenían unos botes de pintura ocultos propiedad de la compañía, con el fin de robárselos. Así que no dudó en decirles que más bandidos eran ellos por la acción que estaban cometiendo.

Transcurridos cinco años de trabajo en Monterrey, en 1902, a la edad de 25 años, se fue a las Salinas de Soto la Marina donde trabajó por algunos meses. Se sabe que en cierta ocasión, los jefes de las Salinas, que eran unos americanos, no querían pagar los salarios a los trabajadores mexicanos, por lo que él defendió a los nacionales; enarbolando la bandera tricolor se puso al frente de los trabajadores obligando a los americanos a cubrirles sus salarios. 

Luego de trabajar algún tiempo en ese lugar regresó a su pueblo natal, en donde se dedicó en forma exclusiva al comercio, pues era de naturaleza activa, nacido más para dar órdenes que para recibirlas. A base de constancia y esfuerzo logró obtener capital para adquirir una propiedad de regular tamaño.

A su regreso al pueblo que lo vio nacer y en donde había quedado la novia de su infancia, a la edad de 26 años aproximadamente, contrajo matrimonio con ella, la Señorita. Celestina Bolado de la Llata, originaria del mismo pueblo. Esto sucedió alrededor de 1903.

De su matrimonio procrearon solo una hija llamada Herlinda y llevando los apellidos Caballero Bolado, quién más tarde se casaría con uno de los muchachos de la revolución de nombre Raúl Gárate, quien posteriormente también obtuvo el grado de General y llegó a ser Gobernador del Estado. La Tía Nina Gárate, como cariñosamente la llamaban sus familiares, fue una dama culta y distinguida, que conservó la relación con sus parientes cercanos y solía visitarlos con frecuencia tanto en Tampico como en la Ciudad de México.    

Don Luis Caballero Vargas fue un hombre corpulento de simpática presencia y muy afecto a  proteger a la gente humilde que tan estoicamente sufría en nuestro país la humillación y el despotismo de los encumbrados en el poder.

Tomó parte en lo que se conoce como la primera huelga del Estado de Tamaulipas, donde ayudó a que los trabajadores tuvieran menos horas de trabajo, mejores condiciones para laborar y un mejor salario.  El procedimiento para lograrlo atravesó por diversos planteamientos en los que llegó a considerar desde la suspensión total de labores,  hasta el empleo de la fuerza. Mientras esto sucedía, la alimentación de los trabajadores corría por cuenta del mismo General Caballero, quien no perseguía ningún interés personal y solamente le preocupaba el bienestar de la gente de escasos recursos.

Esta y otras anécdotas de la vida del General Caballero le permitieron ganar la confianza y buena voluntad de la gente, por lo que pronto logró un gran prestigio personal debido a su capacidad y nobleza para llevar muy en alto la bandera de los más necesitados.

En 1909 resultó electo Presidente Municipal de su pueblo natal, renunciando al cargo tiempo después, para afiliarse al movimiento anti  reeleccionista de Francisco I. Madero de 1910.  A la edad de 33 años  fundó  el club llamado Francisco I. Madero.

En 1911, se une a las guardias rurales de Tamaulipas con las que participó en la persecución de los rebeldes partidarios del Gral. Bernardo Reyes, quien se rinde en Linares, Nuevo León, y es trasladado a la prisión militar de Santiago Tlaltelolco en la Ciudad de México.

En aquel tiempo se formaron dos partidos: el que representaba al pueblo y el de la dictadura. El primero fue el Partido Liberal, que nació como un anhelo de la democracia y logró en esa época lo que pareciera un sueño imposible, creándose la efervescencia política que transformó la inalterable tranquilidad del pueblo. De esta manera se llamó a junta y se formaron comités y comisiones especiales que a  toda prisa se pusieron a deliberar y contrarrestar la euforia del Partido Conservador, que no obstante su palpable minoría, aprovechaba la poca experiencia del Partido Liberal para sentirse triunfante.

Después de la caída de Don Porfirio Díaz en 1911, Francisco I. Madero tomó posesión del Poder Ejecutivo por elección popular del primero de octubre de 1911. Cabe la posibilidad de que Luis G. Caballero, el personaje que nos ocupa,  hubiera ocupado algún importante puesto en el Tribunal Superior de Justicia alrededor del año de 1912, mas esto no lo tenemos plenamente confirmado.

 

 

Madero, Pino Suarez y su gabinete tomando posesión del Poder Ejecutivo en 1911


 


En 1913, Francisco I. Madero y José María Pino Suárez son aprehendidos en el Palacio Nacional y obligados a renunciar a sus cargos de Presidente y Vicepresidente de la República respectivamente, la Cámara de Diputados acepta las renuncias y nombra presidente interino a Pedro Lascuráin, Ministro de Relaciones, quien cede el poder de inmediato a Victoriano Huerta. Este último ordena que tres días después de su aprehensión Madero y Pino Suarez sean asesinados durante su traslado al Penal de Lecumberri, esto sucedió el 22 de febrero de 1913.

El 23 de febrero de 1913, se llenó de luto la nación al recibir la noticia del asesinato de Francisco I. Madero y el país tuvo que sufrir las consecuencias de la falta de su Presidente, que había sido electo democráticamente por el pueblo después de la dictadura de Don Porfirio Díaz. Ante el vacío de poder dejado por Madero, se dieron nuevos atropellos en todos los ámbitos de la nación y nuevas persecuciones y venganzas personales.