INTRODUCCION.-
He dudado
durante muchos años sobre escribir o no escribir
acerca de la lucha por la vida que tuvo que
emprender, sin éxito, nuestro pequeño hijo
Manolito Aguirre Martín. Hoy aquí les escribo
apenas unos cuantos párrafos, que entiendo les
aclararán muchas dudas a ustedes los que no lo
conocieron porque entonces eran muy pequeños o
bien porque no habían nacido aún.
Este año de 1998, en verdad ha sido
muy especial para mí; empecé casi jugando con
el nombre de Pravia y hoy unos cuantos meses
después, he podido involucrarme tan
profundamente y a tal grado en los antepasados de
nuestra familia, que hoy puedo comprender mejor
los sentimientos de aquellos seres ya lejanos,
pero que de alguna manera hemos tenido relación
con ellos.
Me impactó primeramente, leer aquel
escrito en el que mi abuelo Emilio, describía en
detalle sus ingresos y egresos desde el primer
día que llegó a México procedente de Cuba y
como entristecido reconocía encontrarse en mala
situación económica (pecuniaria decía él) y
responsabilizarse plenamente de ello. Lo sentí
muchísimo, quisiera que nunca le hubiera
sucedido, pues bien sabía del mucho esfuerzo que
le costó, en Cuba, el hacerse de un regular
capital cuando era joven. Sentí mucho también
que nunca pudo regresar de nuevo a Riberas de
Pravia, su tierra natal y como huyendo de una
guerra en Cuba, 1895, vino a México tan solo
para encontrar otra aún mas cruenta, la
Revolución Mexicana de 1910, que le tocó vivir,
con todas sus implicaciones en la ciudad de
Córdoba, Veracruz y que muy posiblemente fue la
causa principal de su descapitalización.
Tiempo después supe, como Don
Manuel Céspedes y Barrero, el padre de nuestra
bisabuela Antonia Céspedes, después de haber
sido un rico hacendado en 1868, el mismo año en
que se inició la insurrección Cubana, no solo
perdió todas sus propiedades y todas sus
pertenencias y cosechas, que al ser confiscadas
por el gobierno Español, fueron arrasadas y
destruidas por el fuego, sino que por el
terrible impacto recibido, también perdió la
vida.
Me enteré de la lucha por vivir que
emprendió la excelsa poetisa Ursula Céspedes de
Escanaverino, hermana de la bisabuela Antonia,
quién tuvo que morir apenas a los 42 años de
edad y sumida en la desesperación de tener que
dejar en la horfandad a sus tres pequeños hijos,
de los cuales la mayor, quien mas le preocupaba,
apenas si cumplía 15 años.
La guerra no solo le quitó a su
padre, sino también a tres de sus hermanos
varones que perecieron en la lucha. En sus
versos, nos describe sus mas íntimos
sentimientos de tristeza
Por si fuera poco, he ido
descubriendo paso a paso la azarosa vida del
Padre de la Patria Cubana, Carlos Manuel de
Céspedes, quien teniéndolo todo, decidió
abandonarlo para luchar por la independencia de
su Cuba. Más de 27 descendientes de la familia
Céspedes ofrendaron su vida en la lucha , entre
ellos y aparte del mismo Carlos Manuel, mueren
fusilados su hermano Pedro y su hijo Oscar. Este
último al ser tomado preso por los españoles,
pone a prueba el temple de Carlos Manuel, que
rechaza negociar la vida de su hijo aduciendo que
"todos los cubanos son mis hijos" y de
allí adquiere el honorífico nombre de
"Padre de la Patria". Muchos
sufrimientos y desventuras, como su injusta
destitución de la presidencia en 1873, la
pérdida de su libertad, el abandono a su suerte,
sin escolta, ni comida que lo llevaron a la
muerte en una emboscada de las fuerzas españolas
y el haber muerto sin poder volver a ver a su
segunda esposa y sin conocer a sus dos pequeños
hijos mellizos, son algunas de las tristes etapas
de su vida, que me hicieron reflexionar.
Todos ellos seguramente tuvieron
etapas muy felices en sus respectivas vidas, sin
embargo gracias a que un día decidieron narrar
parte de sus vivencias, hoy pudimos constatar que
aparte de aquellos momentos felices que los
engrandecieron, también les tocó sufrir y que
su ejemplo ante el sufrimiento nos ha servido,
ahora, como enseñanza, que bien pudiera en el
futuro, ayudarnos para afrontar situaciones
semejantes.
Por eso creo que es el tiempo de
narrar la vida, la corta vida, de nuestro
pequeño hijo Manolito. Toda la dicha que nos
trajo y también la terrible tristeza de su
ausencia. Sus momentos más felices y su ejemplar
lucha contra la adversidad. Toda una enseñanza
que él nos dejó y que ahora puedo transferir
por este medio, esperando que nadie tenga
necesidad de vivir una pena tan grande como
aquella, pero que al menos les sirva para
entender mejor a las personas que la sufren o que
han tenido que sufrirla.
COMO OLVIDARTE HOY...
Es el nombre de una canción que compuso mi
hijo José Manuel y que inicia así "Como
olvidarte hoy, con los años que llevas en mi
interior..." y es verdad, como olvidarte, mi
pequeño hijo, ahora que se acerca el aniversario
de tu muerte, como olvidarte ahora que estamos a
punto de cumplir 33 años de que tuve que
escribir aquella "Receta para siempre"
y aceptar con humildad, que prefería tu ausencia
a tener que verte sufrir. Todo ello ocurrió
precisamente en un 10 de diciembre como hoy..
Para esa fecha, mis esperanzas
estaban rotas, había comprendido muy bien la
clase de vida, que en el caso de sobrevivir,
habría tenido que llevar mi pequeño Manolito y
no quería que aquello sucediera. Sabía muy bien
que lo mejor para él, era que yo le pidiera a
Dios que lo recogiera a pesar de la irreparable
pérdida que para nosotros sus papás
representaba.
No es fácil para un papá que tanto
quería a su hijo tomar una decisión así, pero
en verdad no era justo verlo sufrir más y fue
por eso que decidí escribir aquellas líneas,
por el frente y por detrás de la receta médica
del Hospital.
Manolito era un valiente, jamás
recuerdo haberlo escuchado quejarse y cuando le
preguntabas "¿Como te sientes?", su
respuesta invariable era "bien". Sin
embargo la realidad era mucho muy distinta.
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Habíamos llegado
al Hospital Scott & White, en Temple, Texas
el 16 de noviembre de 1965 con muchas esperanzas,
a pesar de conocer la gravedad del caso y lo
avanzado de su enfermedad, y además de los muy
malos augurios de los médicos que lo habían
visto en México. Pero sus padres queríamos que
no quedara ninguna posibilidad por agotar y como
en aquel lejano hospital sabíamos que se
encontraba uno de los mejores médicos
especialistas en aquella enfermedad, fuimos allí
con la más grande ilusión. Para el 10 de diciembre de 1965, la
fecha de la "Receta", muchos
contratiempos se habían presentado, el
tratamiento nunca funcionó y el niño no
mejoraba, Mela que había viajado a pesar de que
dos días antes había tenido terribles cólicos
en México, a pesar de su fortaleza y de su
fuerza de voluntad, acosada por la fiebre y el
dolor, tuvo que ser operada en aquel mismo
hospital el 23 de noviembre, apenas una semana
después de nuestra llegada, para extraerle un
enorme cálculo renal en el uretero, que era la
causa de la infección y del dolor que le
aquejaba.
Apenas unos días después, el 2 de
diciembre, Manolito tuvo que ser sometido a su
primera intervención quirúrgica, algo que no
denotaba muy buenos augurios. Nosotros sus padres
sufrimos con él aquellos dolorosos momentos.
Mela por fortuna había tenido una extraordinaria
y rápida recuperación y estaba allí junto a su
hijo. Yo muy triste sabía bien lo que aquella
operación podría significar en la vida futura
de mi hijo y me resistía a aceptarlo.
Por desgracia para el día 10 de
diciembre, era notoria la desmejoría de nuestro
hijo, todo iba mal y había llamado de larga
distancia a México explicando la situación.
Como suelo hacerlo, trataba de evitarles mas
penas a mis padres y no quería decirles toda la
verdad.
Pero ellos, sobre todo mamá, lo
intuían, todo iba muy mal...
El día 11 de diciembre de 1965,
llegaron a Temple, dos personas a quienes hoy
quiero agradecerles su presencia en aquellos
momentos tan dificles para nosotros. Dos
hermanas, mi hermana Chela y Tina la hermana de
Mela, ambas nos brindaron su ayuda, pero sobre
todo nos respaldaron en los momentos cruciales
que aún nos faltaban por vivir.
Un par de jóvenes inexpertos, Mela
de 26 y yo de 30, habíamos llegado al límite de
nuestra resistencia y nuestro hijo empeoraba cada
día, ellas dos nos permitieron un respiro y nos
reconfortaron en la etapa final. Para ambas vaya
mi agradecimiento de siempre, reconocido aquí.
El día 13 de diciembre, se le
practicó una segunda intervención a mi hijo,
era solo un recurso final. Yo no lo habría
querido....
El 14 de diciembre Manolito cumplió
3 años, todo mundo en el Hospital sabía de la
lucha desigual que mi hijo enfrentaba en contra
de la muerte. Como Chela recuerda, los médicos y
las enfermeras de la Clínica le regalaron una
tarjeta y una campanita de navidad, que al jalar
el cordoncito tocaba, para mi, muy tristes notas
navideñas. Manolito estaba muy grave, le habían
conectado oxígeno.
Chela, la fuerte de la familia, estaba allí
junto a él, yo ya no podía verlo sufrir....
Manolito murió el 16 de diciembre de 1965......
Lo sentimos mucho....
Lo seguimos sintiendo....
Manolo
Diciembre 10 de 1998.
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