Junio 17 de 2001
HOLA ELES:
Hoy que es día de los Papás,
prefiero recordar al mío y comentarles lo siguiente:
El otro día a instancias de Mela,
saqué un altero de papeles que tenía guardados en un
closet y me puse a acomodarlos y a la vez ir tirando los
que ya no sirvieran. Pero entre ellos estaban muchos
papeles de papá que no había tenido tiempo de acomodar después de su
muerte.
Así que abrí un enorme sobre con
documentos y un portafolio pequeño en el que el guardaba
sus papeles de mayor uso y que yo había conservado
intacto, incluso con aquel penetrante olor a insecticida
que a él le gustaba emplear y que absorbieron los papeles.
Hacía apenas unos días que mi
máquina de rasurar portátil, marca Philips se había
descompuesto y ya no quiso funcionar. Esa rasuradora me la regaló papá,
pues la compró en Europa en alguno de sus viajes y a mi me sirve mucho
porque es de baterías y puedo traerla conmigo por donde quiera que ande en la
casa. De hecho el me la trajo a regalar porque me
preguntó que era lo que me hacía falta y yo se la
pedí.
Pero bueno, después de varios años
fallaron las cabezas de corte y tenía que cambiarlas. Me
puse a buscar un distribuidor de Philips aquí en
Querétaro y recordé que había uno por Plaza de las
Américas y después de llamarle fui por las cabezas de
repuesto, que me costaron bastante caras pero no tuve
otro remedio que comprar las únicas dos que le quedaban.
Con ellas logré que mi maquina volviera a funcionar y
quedé muy feliz, pero claro como tiene tres cabezas con la preocupación
de que en cualquier momento podría fallar
la tercera y no tendría repuesto.
Aquel día fui sacando todas las cosas
del portafolio y cuando solo quedaban cosas pequeñas, le
di vuelta al portafolio para que salieran y dos objetos
metálicos brillantes quedaron colocados exactamente enfrente
de mis ojos.
¿Que es esto? pensé yo, creo que ya
no sirve, pero cuando los tomé entre mis manos me di
cuenta que eran dos de las cabezas de máquina Philips,
idénticas a las que necesito para mi máquina de rasurar, que papá
había guardado cuidadosamente allí desde hace muchos
años. El usó también una máquina rasuradora Philips, pero yo no tenía ni
la más remota idea de que él tuviera repuestos de las cabezas.
Me quedé mirándolas y no pude evitar
la emoción, apenas dos o tres días antes me había dado
cuenta que pronto necesitaría una de aquellas cabezas de
repuesto y en ese momento Papá me ponía, no solo una,
¡sino dos cabezas! para substituir las de mi maquina
cuando se dañaran.
Me quedé pensando y no pude evitar
decirle mentalmente ¡Gracias Papá! No cabe duda que tu
siempre estás viendo que es lo que me hace falta para
meterme el hombro y hacérmelo llegar.
Seguí acomodando papeles en una
carpeta de argollas muy gruesa en donde poco a poco
quedaron perfectamente ordenados y acomodados por temas.
Ya casi terminaba cuando entre varios papeles que no
tenían nada que ver con su contenido, se deslizó
suavemente sobre mi escritorio una hoja de papel tamaño
media carta que estaba escrita a máquina y pensé que no
servía, pues como digo nada tenía que ver con las
demás, cuando ya la iba a tirar al cesto de la basura,
leí lo que decía el título y me quedé más que
perplejo.
Apenas unos días antes había estado
repasando todos los datos del abuelo Emilio, había
formado la foto con los nombres de todos los tíos,
tías, abuelos con sus biografías y había repasado el
árbol genealógico Aguirre Betancourt del que aún
existen muchas dudas.
El papel que Papá deslizó sobre mi
escritorio dice como título:
INFORMACION DE MIS FAMILIARES EN
ESPAÑA...
ver el contenido al principio
Cuando lo leí no pude menos que
deslizar, algunas lágrimas que escurrieron de mis ojos
sobre aquel papel...
Una vez más, de no se cuantas miles de
veces que me había prestado su apoyo incondicional y desinteresado, me
estaba haciendo llegar en este caso, esa muy valiosa
ayuda de algo que el sabía que yo necesitaba.
Allí encontré algunos datos que
modifican la información genealógica que tengo y claro otros que la
ratifican, pero si quieren ver y leer el viejo papel que
puso papá en mis manos, les envío como anexo una
copia del mismo.
¡Gracias papá! No cabe duda que te
pasaste la vida metiéndome el hombro, para que yo pudiera
salir adelante y que hoy aún desde el más allá, sigues
poniendo al alcance de mis manos, las cosas que me hacen
falta.. Te lo agradezco.
Te envío un saludo, que estoy seguro
que harán extensivo Elsa y Chela tus hijas que también supiste impulsar
y claro todo el resto de la manada elefantil.
Querétaro 17 de junio de 2001, Día
del Padre.
ELE I
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